Ana Fernández Sánchez de la Morena

Sin la psicología, a la economía le faltan consistencia externa e intuición… Juntas permite comprender muy bien qué y cómo piensan, eligen y deciden las personas de carne y hueso de una manera que ninguna disciplina académica ha conseguido explicar por sí sola. ¿Podrías explicarnos de una manera clara y concisa en qué consiste la behavioral finance?
Behavioral Finance se traduce por Finanzas Conductuales y hace referencia a la combinación de los estudios de economía clásica y psicología, para poder comprender la influencia del comportamiento humano en la toma de decisiones financieras.
El comportamiento humano, a nivel cognitivo, está influenciado por numerosos sesgos, que conducen a tomar decisiones rápidas e inconscientes, y a formar falsas creencias e interpretaciones de la realidad. Los sesgos cognitivos son atajos mentales que el cerebro humano utiliza para tomar decisiones rápidas e intuitivas. El cerebro busca recursos que le ayuden a tomar de decisiones, y emitir juicios rápidos, para ello interviene desde el histórico de experiencias previas, hasta las creencias.
Las personas tomamos decisiones de forma constante, desde decisiones sencillas de índole cotidiano, hasta decisiones complejas que pueden requerir determinadas actividades profesionales, y nuestro cerebro busca mecanismos que le ayuden a simplificar la toma de decisiones, estos mecanismos automáticos reciben el nombre de sesgos cognitivos.
Desde el punto de vista de la toma de decisiones de índole económica, es importante tener en cuenta la diferenciación entre las premisas de la teoría de la economía clásica y las premisas de la economía conductual. Esta última, más reciente y actualizada, incorpora el estudio del comportamiento psicológico de los individuos, del que se desprenden interesantes conclusiones, como por ejemplo; que las personas toman decisiones considerando sus expectativas, normas sociales y patrones de cooperación, que sus preferencias pueden cambiar influenciadas por diversos factores, y que las emociones y la intuición tienen un papel fundamental en el proceso de toma de decisiones.
La intuición y las emociones están incorporados en la manifestación de muchos de los sesgos cognitivos estudiados, y especialmente, la intuición se manifiesta con mayor fuerza en el sesgo de ilusión de control.
El “sesgo de ilusión de control” es la tendencia que tienen los individuos a sobreestimar que pueden influir en algo o ejercer control sobre lo que objetivamente no se tienen ningún control. La intuición del individuo actúa en su cerebro de forma automática y sienta la base para creer que puede controlar o influir en el resultado.
En decisiones de inversión, este sesgo puede llevar a los inversores a asumir un nivel de riesgo superior al adecuado, especialmente en momentos alcistas de mercado.
Si este sesgo de ilusión de control se combina con el sesgo de confirmación, el resultado puede llevar al individuo a profundizar en el riesgo de la toma de decisión, creyendo que controlará o influirá en el resultado.
El “sesgo de confirmación”: es la tendencia a buscar información que confirme las propias creencias, juicios o pensamientos. Detrás de este sesgo, a veces se encuentra la emoción del miedo; miedo a la incertidumbre y miedo a lo desconocido, y por ello, surge la necesidad de encontrar mecanismo de seguridad y confianza. Tener certezas ayuda a fortalecer los pensamientos y creencias.
El sesgo de confirmación conduce a tomar decisiones sesgadas, ya que la información utilizada, se habrá buscado de una forma selectiva y subjetiva, lo que dificultará analizar otros puntos de vista y diferentes escenarios que ayudarían a tomar una decisión objetiva.
En el mercado financiero es muy importante disponer de la mayor información posible para poder valorar un escenario optimista, pesimista y neutral, que ayude a construir una cartera de inversión diversificada y acorde con cada uno de los escenarios y riesgos implícitos.
Otro de los sesgos más habituales en las decisiones de inversión, es el “sesgo de presente” (“Present bias”). Este sesgo está relacionado con la tendencia a preferir recompensas inmediatas de menor cuantía, frente a recompensas más elevadas que se producen en un periodo de tiempo superior. Como ejemplo, el refrán “más vale pájaro en mano, que ciento volando”
Cuando se trata de recibir una recompensa inmediata, el cerebro activa la parte del cerebro más inconsciente, junto con la descarga emocional que produce la recompensa. Por ejemplo, un producto a largo plazo que nos ofrezca una rentabilidad inmediata, a veces llamada “cupón de bienvenida”.
Sin embargo, cuando se trata de recompensas futuras, se activa la parte del cerebro más relacionada con el análisis y la reflexión. A nivel emocional, no se produce ninguna descarga, ya que no existe el sentimiento de satisfacción inmediato, ni el apego emocional con la recompensa futura. Los seres humanos no podemos sentir el futuro, ni siquiera predecir cómo nos vamos a sentir ni cómo vamos a reaccionar en una situación futura.
Lo que sí sabemos, es que el sesgo “present bias” afecta a las decisiones de inversión de ahorro a largo plazo, dificultando el compromiso de ahorro sistemático, y el mantenimiento de las inversiones, ya que cualquier circunstancia del presente, puede servir de justificación para reducir el ahorro del futuro.
Si lo pensamos detenidamente, todas las decisiones que tomamos en nuestra vida tienen un componente psicológico. Ana, ¿Cuál es la importancia de la psicología en las finanzas?, ¿piensas que tener una buena educación financiera conlleva a tener una buena salud mental?
Aplicar los estudios de psicología en las finanzas y en las decisiones de ahorro e inversión, es de vital importancia para conseguir coherencia entre las necesidades vitales y financieras y las decisiones de inversión. La coherencia ayudará a mantener un estado de calma ante la volatilidad de los mercados financieros.
Cuando los mercados sufren caídas significativas, los inversores comienzan a sentir y manifestar un estado emocional vinculado con el miedo y la ira, y desde este estado emocional, las personas toman decisiones de forma rápida e inconsciente, que tal vez no sean las más convenientes en ese momento.
Sin embargo, cuando los mercados viven largos periodos alcistas, en la toma de decisiones se manifiesta la ambición y el “sesgo de optimismo”, lo que puede conducir a tomar un mayor nivel de riesgo del que se puede tolerar, solo por un error sistemático de “ilusión de control”, creyendo que los mercados seguirán subiendo y el inversor podrá influir o controlar el mejor momento de venta, generando ganancias.
Todas las emociones tienen una función adaptativa para la supervivencia y para el bienestar físico, psíquico y emocional, por lo que las decisiones de inversión tienen que ser coherentes con el perfil de riesgo, para evitar que las caídas, activen el sesgo de “aversión a las pérdidas”, o las subidas activen el sesgo de “exceso de optimismo”
En cuanto a la pregunta de si creo que tener buena educación financiera conlleva tener una buena salud mental, mi respuesta es que sí. La educación financiera genera conocimiento y el conocimiento genera una amplitud de información que ayuda a tener ciertas certidumbres en relación a los riesgos asociados a cada inversión.
Sumado a la educación financiera, es importante el conocimiento de uno mismo, Hay que conocer las creencias y la relación que se ha establecido con el dinero. Identificar cuáles son las emociones ante situaciones de miedo, pesimismo, confianza, optimismo y ambición.
La cultura financiera y el conocimiento a nivel psicológico son elementos esenciales para determinar un correcto perfil de riesgo. Y si las decisiones de ahorro e inversión son coherentes con el perfil de riesgo, los sesgos cognitivos y las emociones, no gobernarán nuestras decisiones.
Tensión, miedo, pánico, alegría, euforia… son solo algunos de los sentimientos que genera invertir ¿Cuáles son los principales enemigos a la hora de invertir?, ¿cómo se deben preparar los inversores para controlar las emociones?
El principal enemigo la hora de invertir es la influencia de los sesgos cognitivos, tales como, el exceso de optimismo, la ilusión de control, el sesgo de confirmación y el efecto rebaño. Todos estos sesgos afectan a la percepción del riesgo y a incrementar la inversión en activos de riesgo en mercados alcistas.
Para que los inversores puedan controlar la influencia de las emociones es de vital importancia que las inversiones sean coherentes con el perfil de riesgo. Los mercados financieros tienen volatilidad implícita y atraviesan ciclos económicos que se manifiestan en mercados alcistas y bajistas.
Cuando los mercados son bajistas, los inversores que han tomado más riesgos de los que son capaces de asumir, suelen sentir miedo, pánico y tensión, y las emociones pueden inducir a tomar decisiones de venta en momentos poco adecuados.
En mercados alcistas, los inversores suelen sentirse influenciados por el sesgo de exceso de optimismo, sentir alegría o euforia y suelen tender a incrementar sus posiciones en activos de riesgo, superando el nivel adecuado que su perfil de riesgo puede tolerar.
Si las inversiones son adecuadas y coherentes con los objetivos financieros, las necesidades de liquidez, el nivel riesgo, y el plazo de inversión, las emociones no serán tan intensas, y el inversor podrá aprovechar los momentos alcistas y bajistas para rebalancear sus inversiones. Las crisis traen oportunidades, y para ello, es importante mantener la calma con las inversiones realizadas y aprovechar el mejor momento para tomar nuevas inversiones de riesgo.
Es recomendable revisar periódicamente las inversiones para comprobar que se están cumpliendo los objetivos marcados, así como con la volatilidad y riesgo asumido, para que puedan adaptarse a un entorno bajista, o alcista de mercados. Lo importante es conocer bien el perfil de riesgo verdadero .
El pasado 9 de marzo Fundación Mutualidad Abogacía organizó un evento con motivo de la semana de la mujer donde se habló como el síndrome de la impostora puede estar relacionado con la interiorización falsa de que las mujeres tenemos menos competencias financieras ¿cuál es tu opinión?, ¿qué sesgos crees que son preponderantes en las mujeres, para que esta percepción se perpetué?
El síndrome del impostor / impostora es un fenómeno psicológico relacionado con la incapacidad para reconocer los propios logros o la propia valía personal, lo que conlleva al constante sentimiento de miedo a ser descubierto como un “impostor” por el logro alcanzado.
A pesar de que la persona tenga amplias capacidades y pruebas que confirman sus competencias, se siente un “fraude” sobre su propia valía y atribuye el éxito alcanzado a la suerte o a otros agentes externos.
Este síndrome ocurre tanto en hombre como en mujeres, y afecta a diferentes ámbitos de la vida, tanto personal, familiar, académico o profesional.
Históricamente las mujeres han tenido menos experiencia y menos formación financiera, ya que era el género masculino el que se ocupaba de la gestión de los recursos económicos, sin embargo, la mujer se ocupaba de la administración de los recursos, con lo que las competencias financieras desarrolladas han sido diferentes.
En mi opinión, las personas excesivamente perfeccionistas, exigentes y con un nivel de autoestima poco fortalecido, tienen mayor riesgo de sufrir del síndrome del impostor.
En el caso de las mujeres, suelen tener un alto nivel de exigencia y perfeccionismo, y en el ámbito profesional, a veces se encuentran presas de síndrome del impostor, ya que les cuesta reconocer su valía y esto dificulta que ellas mismas sean las promotoras de nuevos y ambiciosos planes profesionales, y dejan pasar oportunidades por miedo a ser descubiertas como una “impostora”, a pesar de tener las competencias necesarias para abordar mayores retos profesionales.
Es difícil generalizar los sesgos más preponderantes en las mujeres, ya que los sesgos son fruto de una evolución humana y del cerebro, pero algunos de los que he encontrado con mayor frecuencia en el género femenino son: el “síndrome del impostor” y el “sesgo de confirmación”.