Carlos Chana
ÁREA INFANCIA Y FAMILIAS, CRUZ ROJA

El empoderamiento a través del ahorro y el consumo responsable últimamente se está alzando como una de las herramientas imprescindibles para erradicar las diferencias económicas y sociales entre países y entre los propios ciudadanos y ciudadanas. ¿Qué compromiso tiene el área de Infancia en Dificultad de Cruz Roja a este respecto?, ¿Qué os animó a formar parte del Laboratorio Ahorro y Consumo Responsable Fundación Mutualidad Abogacía? ¿En cuántos territorios de vuestra organización estáis implementado el Laboratorio?
El abordaje que realiza Cruz Roja de las necesidades de la infancia y juventud en dificultad social se desarrolla a partir de diferentes áreas de conocimiento, donde cobran especial relevancia la educación, la inclusión social y la salud. El trabajo con Niños, Niñas y Adolescentes, así como con sus referentes adultos, se organiza a través del Plan de Intervención Social y Cruz Roja Juventud, que es la asociación juvenil de la Cruz Roja.
Nuestra base conceptual parte de la consideración de la educación como promotora de igualdad e inclusión social, y tiene un papel clave en la lucha contra la pobreza, la promoción de la salud y el bienestar emocional, y el fomento de la igualdad de género, el éxito escolar, la paz y la democracia. En Cruz Roja, trabajamos con un enfoque socioeducativo de carácter comunitario, que está basado en la construcción de vínculos relacionales sólidos, y en la interpretación particularizada de lo que constituye su interés superior del niño y de la niña.
Consideramos que la educación financiera y de consumo forman parte de los contenidos transversales que se han de desarrollar tanto en contextos de educación formal, como no formal, ya que están orientados a promover competencias que son fundamentales para el desarrollo humano, y mucho más en contextos vulnerabilidad social y privación material. Nos sólo se trata de educar a ciudadanos y ciudadanas que son menores edad en el consumo responsable, sino también fomentar y fortalecer sus capacidades para la gestión económica y el ahorro tanto de sí mismos, como de sus referentes adultos. Consideramos que los niños, niñas y adolescentes deben ser partícipes, acordes con sus niveles de desarrollo, de la gestión doméstica de su hogar, y por eso la gestión financiera de la economía familiar debería ser un aspecto a contemplar. Este es un ámbito que nuestra Organización ya venía abordando antes del convenio con Fundación Mutualidad de la Abogacía, sobre todo con las personas adultas en contextos de vulnerabilidad social, ya que es una competencia esencial cuando el ingreso económico es limitado, además cobraba mayor relevancia en las personas jóvenes que han estado bajo el sistema de protección a la infancia, ya que a los 18 años se ven obligados a afrontar todos los retos que les impone la vida independiente, como personas adultas y sin sistemas de apoyo social y familiar.
Durante este ejercicio se trataría de capacitar al personal técnico y al voluntariado de Cruz Roja en la metodología y contenidos previstos en el Laboratorio de Ahorro para Niños, Niñas y Adolescentes, así como a sus referentes adultos, de cara a implementar dichos talleres en los diversos proyectos de Infancia en Dificultad Social. En principio tenemos previsto llevarlo a cabo en los siguientes proyectos de CRE:
– Proyecto de Intervención Familiar con Infancia en Riesgo
– Acogimiento Familiar.
De forma posterior se ampliará al Proyecto Acompaña, Emancipación de Jóvenes en Extutela y/o en Riesgo Social.
Esta alianza es muy valiosa, pues como señalábamos anteriormente nos ayuda a promover y fortalecer las competencias financieras y de ahorro en los niños, niñas, adolescentes y sus familias atendidos por la Institución, y este es un factor elemental para superar las situaciones de vulnerabilidad social en las que se encuentran.
Se han sumado 28 territorios durante el primer semestre de 2021, la idea es que en este segundo semestre se incorporen más y se amplíen también las actividades a grupos de jóvenes de otros proyectos.
Con ellos se han realizado sesiones informativas para conocer en profundidad el proyecto y 3 sesiones de capacitación para los equipos que trabajan con infancia y familias, tanto personal laboral como voluntariado.
Tras estas formaciones se han enviado los materiales a las asambleas de estos territorios y se están empezando a realizar las primeras actividades del laboratorio. Por el momento Orense, Coruña, Cádiz, Logroño, Palma y Soria son los que primero se han animado a realizar actividades y ya llevan unos 20 talleres con grupos de niñas y niños de distintos grupos de edad.
A medida que cambian nuestros hábitos de consumo y los productos que adquirimos, las finanzas, el ahorro y la sostenibilidad medioambiental van cobrando cada vez una mayor importancia que no siempre se traduce en un mayor conocimiento. ¿Cómo se puede revertir esta situación?
En primer lugar, nos parece fundamental que los niños, niñas y adolescentes tomen conciencia del funcionamiento de la economía de mercado donde estamos inmersos, y cómo este modelo socio-económico condiciona nuestro desarrollo en tres dimensiones: a nivel individual; en las decisiones que adoptamos de forma cotidiana en el consumo o en nuestros hábitos de vida. A nivel ambiental; conocer el impacto que nuestro consumo tiene en el medio ambiente, la sobreexplotación de los recursos naturales, la huella de carbono… Y en tercer lugar; que conozcan los efectos que la macroeconomía y los sistemas de mercado tienen a nivel estructural; los efectos de la globalización económico-financiera y sus alternativas (economía circular, comercio justo…). En definitiva, se trata de que los niños, niñas, adolescentes y sus referentes adultos, se sensibilicen sobre del impacto que tienen las lógicas de la economía de mercado y sus efectos sobre el planeta y en sus propias vidas, para que tomen conciencia a este respecto. Nuestro propósito está orientado a promover la capacidad de análisis crítico en este ámbito. Un proceso que les induzca a un compromiso personal, grupal y comunitario, que va desde la generación de cambios en sus hábitos de vida y en las decisiones de su consumo cotidiano, hasta su implicación en iniciativas colectivas que definan retos o transformaciones en la propia comunidad. De ahí que uno de los valores que aporta esta iniciativa es que los laboratorios que se desarrollan estén planteados desde la metodología del “Desing Thinking”.
La falta de información está estrechamente relacionada con la vulnerabilidad y, en el caso de la cultura del ahorro y consumo responsable, puede llevar al endeudamiento y a la exclusión económica y social de muchas familias. ¿Consideras que adquirir una buena educación financiera, se torna indispensable para lograr la plena inclusión social de las personas? ¿Piensas que adquirir este tipo de habilidades y competencias debería ser considerado por las instituciones un bien público?
No sólo, la vulnerabilidad está estrechamente relacionada con la desigualdad y la falta de oportunidades sociales, educativas, laborales… La cultura del ahorro y el consumo responsable es un mecanismo de protección frente a la privación material y a las consecuencias de la pobreza, por eso es necesario insistir en ello. Pero hacen falta mecanismos de acción positiva y sistemas de protección social, garantizados a través de políticas públicas, alrededor del bienestar social. Este debería ser el principal medio del estado para garantizar la redistribución de la riqueza colectiva en justicia social. Al hablar del endeudamiento de las familias para vincularlo con la vulnerabilidad social, deberíamos ser cuidadosos para no revictimizar a las personas que sufren la privación material y la vulnerabilidad social. La pobreza se transmite de forma intergeneracional, los niños y las niñas que nacen en hogares pobres, tiene muchas más probabilidades de ser pobres. A nuestro modo de ver, los factores del entorno y estructurales, pesan mucho más que los factores de índole personal, para que un ser humano se vea predispuesto a una situación de vulnerabilidad y exclusión social.
Efectivamente es necesaria la educación financiera y la cultura del ahorro, pero ha de estar enmarcada en planes eficaces que aborden desde una perspectiva integral la lucha contra la pobreza infantil.
La educación financiera permite a las familias administrar los gastos del hogar y tomar decisiones importantes a nivel monetario. Sin embargo, la recepción de los mensajes sobre alfabetización financiera depende de variables como la comunicación y los roles dentro del hogar. ¿Piensas que las competencias financieras pueden variar de una familia a otra en función de los roles que desempeñen los progenitores?, ¿Qué papel pueden desempeñar los niños/as en cuanto erradicación de estereotipos y catalizadores de cambio y corresponsabilidad?
Pueden variar, pero cuando hablamos de roles que desempeñan las personas progenitoras dentro del hogar, debemos tener cuidado de no reforzar estereotipos de género basados en una división sexual de tareas. De ahí que es necesario que esta propuesta de educación financiera esté integrada en un ideario educativo más amplio, que sea respetuosa con las claves culturales de cada entorno familiar, que se reconozca la interculturalidad como fuente de riqueza para superar el choque cultural, que proponga la igualdad de género y la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en el desempeño de su función de crianza y parentalidad y en la distribución de tareas en el hogar, respetuosa con los derechos humanos y el medio ambiente, que promueva la resolución de conflictos de forma mediante el diálogo y la empatía, etc.
El papel de las niñas y de los niños en la erradicación de los estereotipos de género es fundamental por el momento vital en la socialización en el que se encuentran. Es una etapa en la que el desarrollo se vuelca en la comprensión del mundo, inicialmente desde la mirada que ofrecen sus referentes más próximos dentro de las familias, y a medida que crecen, incorporan en sus esquemas las visiones de actores externos al núcleo familiar presentes en los contextos escolares, comunitarios, etc., en los que este grupo de edad participa. Por eso es necesario que nuestras propuestas educativas, independiente del contenido de las mismas, se asienten en criterios de corresponsabilidad y de reparto igualitario de derechos, tareas y responsabilidades. También debemos estar vigilantes en la utilización del lenguaje que utilizamos en los mensajes, no sólo en su dimensión no sexista, sino también que traten de superar el ageismo (discriminación por edad) en el que incurrimos las personas adultas al referirnos a ellos como “menores”.